Lo sublime se puede encontrar en ciertos fenómenos naturales,
como lo puede ser un arcoiris, un cielo estrellado, o también se
puede aplicar a determinadas acciones humanas, como lo que han
hecho algunos hombres que arriesgan o sacrifican su vida. Lo sublime
entonces se aplica a lo que está dotado de un gran poder y
grandiosidad y que opaca nuestra limitación como humanos.
El sentimiento que brota ante lo sublime es el de admiración. El
hombre se eleva desde su precariedad y limitación a algo que está
muy elevado, que se sale de lo cotidiano y normal.
Lo sublime, al igual que las otras categorías, es un
concepto producto de una experiencia humana que
sobrecoge al individuo. Esto es, ante un cielo
estrellado, fenómeno completamente de la
naturaleza; si no existiera ser humano que lo viera
y experimentara; no habría quien lo admirase por
ser sublime. Porque la experiencia de lo sublime es
solo una vivencia humana, sólo existe por el
hombre y para el hombre.
Algunos objetos elaborados por el hombre
creativamente producen en el ser humano la sublimidad. Algunas
obras de arte nos elevan sobre nuestros propios límites, nos
arrebatan por su grandiosidad o infinitud, nos estremecen.
Experiencias que van acompañadas no por el nublamiento de la
conciencia, si no por la contemplación gozosa de la grandiosidad.
¿Cómo no sentir lo sublime ante la cúpula de San Pedro en Roma,
o las pirámides de Egipto, o la Novena sinfonía de Beethoven?
Los pensadores que han estudiado a la categoría de lo sublime en la
historia de la estética son el pseudo Longino en el siglo I, Edmund
Burke y Kant en el siglo XVIII y Hegel en el siglo XIX. Y Nikolai
Hartmann en el siglo XX.
En el escrito de Longino Sobre lo sublime, la
sublimidad tiene que ver con la elevación o
grandeza del alma. La obra de Edmund Burke se
titula: indagación filosófica sobre el origen de
nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello
(1757). Y hace referencia al placer especial que
provoca lo sublime, cuestión no abordada por
Longino.
Burke considera que las fuentes de lo sublime están
en todo aquello que provoca temor, asombro u
horror. El poder que se atribuye a una fuerza terrible
o el que va unido a la representación de Dios,
es también fuente de lo sublime.
Burke también distingue lo sublime de lo bello, los
objetos sublimes son oscuros y de grandes
dimensiones; los bellos son claros, ligeros, delicados
y relativamente pequeños. Lo sublime es distinto a
lo bello y también produce distintos sentimientos:
lo bello agrada, da placer; lo sublime produce un placer relativo o
dolor moderado, causa deleite.
Kant también distingue lo bello y lo sublime arguyendo que en la
belleza hay limitación y en lo sublime hay ilimitación.
Hegel consideró que la categoría estética que rige en el arte antiguo
oriental es la de lo sublime. Y considera que la sublimidad implica
por parte del hombre el sentimiento de su propia finitud y de su
insuperable alejamiento de Dios.
Como hemos visto, el sentimiento de lo sublime se presenta en la
relación entre la grandiosidad e infinitud de una obra de arte y las
limitadas fuerzas humanas. El hombre se eleva en la contemplación
de lo sublime.
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on miércoles, 2 de diciembre de 2009
at 10:29
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