Lo cómico
La risa es producto de lo que se le ha llamado cómico, que se usa
cuando algo es chistoso, chusco, festivo, jocoso, hilarante o burlesco.
La vida cotidiana está llena de situaciones chistosas, cómicas que
generan risa. A veces en las situaciones más solemnes, formales y
serias; cualquier detalle inesperado, chusco, produce más comicidad.
La risa es sin duda una reacción placentera que caracteriza la
condición humana.
A la risa se le ha entendido de distintas formas a través de la historia,
en la antigüedad romana como un don de Dios o una fuerza
creadora, en el cristianismo primitivo como una emanación del
diablo o fuerza destructora. Aristóteles dice que “el hombre es el
único ser vivo que ríe.”
Aunque la vida cotidiana esté llena de situaciones cómicas, a éstas
no se les puede considerar como artísticas porque la obra de arte
pugna por la contemplación estética y el placer de admirar la obra.
Esto es que las situaciones chuscas de la vida, sólo son eso,
momentos cómicos de la vida, nacieron inesperadamente; pero su
objetivo no era causar risa, no tenían objetivo, simplemente brotaron
de la cotidianidad.
En cambio las obras de arte cómicas están hechas por el hombre
propositivamente, el objetivo de su creación fue ese: suscitar en el
espectador la risa.
Hegel define a lo cómico en el arte como: “satisfacción infinita, la
seguridad que se experimenta de sentirse elevado por encima de la
propia contradicción y de no estar en una situación cruel y
desgraciada.”
Groos la define “como sentimiento de nuestra superioridad sobre
algo anormal que no suscita compasión ni temor.” Y Volket dice:
“un sentimiento de superioridad, entendida ésta como una
superioridad juguetona,
desinteresada, por encima de las
cosas, es un elemento sustancial
de lo cómico. Estas definiciones
señalan el carácter superior del
ser humano sobre una situación
inferior o anormal.
Hegel en su definición habla de
sentirse elevado por encima de
la propia contradicción. ¿De qué
contradicción está hablando?
Hegel y Kant consideran que lo
cómico tiene una naturaleza
contradictoria, ya que en lo
cómico se da la reducción
repentina a la nada de una
intensa expectativa. En otras
palabras, el efecto cómico surge
de algo que se espera
intensamente y se resuelve en
una nimiedad. Hay una brusca irrupción de lo inesperado, pero
lo que brota es lo totalmente contradictorio que desde la lógica se
produciría.
Esto lo muestra la vieja fábula de Esopo: la montaña que pare un
ratón. La espera de algo grande, proporcionado a la montaña, se
resuelve en algo ínfimo: un ratón.
En el fondo, se trata de una contradicción entre lo grande de la
situación y lo ínfimo que acontece.
También hay contradicción cuando son incompatibles los fines
que se persiguen y los medios que se ponen en práctica para
realizarlos. Hay una inadecuación o desproporción.
Hegel ve como ejemplo de esta
desproporción la comedia de
Aristófanes de las mujeres que
quieren deliberar y fundar una
nueva constitución (los fines)
y conservan los caprichos y la
pasión de las mujeres (medios
inadecuados).
En lo cómico hay una
contradicción, un conflicto, esto
se asemeja a lo trágico, aunque
es una contradicción diferente.
Mientras que en la tragedia se
pone de manifiesto una
contradicción entre fines o
aspiraciones nobles, vitales y la
imposibilidad de alcanzarlos; en lo cómico la naturaleza de esos
fines es distinta.
No son fines vitales, y que, por tanto, no pueden ser tomados en
serio. La contradicción de lo cómico se da entre lo que se presenta
como valioso y su carencia de valor. Regresando al ejemplo de la
comedia de Aristófanes, se presenta como muy valioso fundar una
nueva constitución pero los medios con que se quiere realizar
carecen de valor. Lo cómico desvaloriza algo que es. Es la
contradicción entre lo que algo vale realmente y lo que pretende
valer. La pretensión no puede ser tomada en serio, mueve a la risa.
Lo que parecía profundo se muestra superficial; lo noble-vulgar; lo
rico- pobre; lo elevado-mezquino. Lo que funda la comicidad es la
pretensión de valor y no el valor real.
Un ejemplo de este siglo, la Calavera Catrina de José Guadalupe
Posada, con la que el gran grabador mexicano desvaloriza el
emperifollado mundo “catrín” o “bella sociedad” porfiriana que
va a ser arrasada por la Revolución Mexicana de 1910.
Existen tres variedades de lo cómico: el humor, la sátira y la ironía.
Las tres mantienen una unidad y a veces se entrelazan mezclándose
entre la risa.
El humor como lo cómico en general, es crítica, pero una crítica
comprensiva y compasiva. Hay una desvalorización hundiendo a
lo que se presenta tan elevado, aunque el hundimiento no es total.
En el humor brota una risa contenida por la compasión.
La sátira es un grado mucho más profundo de desvalorización del
objeto a tal grado que se concluye que el objeto como tal no merece
subsistir, es la aniquilación del objeto.
La ironía es también una forma de crítica, revela la inconsistencia
de un objeto; pero no es generosa y compasiva como el humor ni
tampoco aniquiladora como la sátira. Es una crítica disimulada,
que se presenta de manera oculta, que hay que leer entre líneas.
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on miércoles, 2 de diciembre de 2009
at 10:32
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